
Me encanta pintar a perros como ahora, encargos de acuarelas de perros personalizados, ¡cómo me gusta lo que me encanta!; cada pincelada que hago me imagino a ese perro en movimiento, mirándote con ganas de jugar, de estar contigo, la belleza del perro sin lugar a dudas está en algo que es indescriptible, y cuanto más estás con él más guapo te parece, hasta tal punto que te piensas que es el más guapo del mundo; con la pintura me pasa lo mismo, la pincelada en el detalle me transmite a ese perro mirándome formando parte de él.
Veo una gran diferencia entre lo que es una fotografía y la pintura, bien sea al carboncillo, acuarela o el óleo; cuando termino una obra, lo que me transmite es vida, es un “algo” que me llega del interior y que me da como unas cosquillitas en el estómago que me produce alegría, no sé como explicarlo. Mi marido, que es un gran apasionado de la pintura, me dice siempre lo mismo, y me río con ello: “María, yo al ver una fotografía de los perros que retratas, si escribiera a mano sobre ella, como si fuera una viñeta, “¿hola qué tal estás?”, no me creería que el perro me estuviera diciendo nada, pero al ver tu pintura, con esa mirada que les haces en esos retratos tuyos, me entran ganas de jugar con él y responderle!”.
La pintura me ayuda a centrarme en mi interior, me aísla del mundo, me transporta a otra dimensión, donde mis manos y mi pensamiento son la creación de mi pequeño mundo y eso es apasionante.

